viernes, 12 de diciembre de 2008

Respiro

El ruido incesante de tu mano golpeando la puerta obliga a mis ojos a abrirse violentamente, mi sueño maldice el horario de tu visita cuando visualizo las 4 de la madrugada. La ventana que olvide cerrar presa del cansancio me recuerda lo bello que puede ser el cielo una noche de viernes. Una brisa fresca nutre mi alma, y ahí me encuentro sonriente, con el pelo desarreglado y una camiseta blanca sobre mi cuerpo.
Me acerco a la puerta, presiono el picaporte, no necesito preguntar quien es, no necesito el tono de tu voz para quedarme tranquila, porque la aceleración y el escalofrió que sufro al sentirte cerca, al poder sentir el olor de tu piel, la forma de tu respirar me anticipan tu presencia.
La puerta se desliza suavemente, la noche es tan calma vida mía, que decido apreciar el silencio oculto en tus ojos claros, te saludo con un beso mientras me recojo el pelo tal como te gusta. Mi cuerpo se entrega al sillón, no quiero hablar por esta vez, prefiero contemplarte, ofrecerme ante vos.
En esta noche no necesito explicaciones, no busco palabras. Tus labios se acercan a mi, mientras su susurras sino tengo frió. Sonrió mientras me abraso a tu cuerpo como toda una niña, y así nos quedamos, y así nos detenemos un instante eterno en donde tu experiencia forma un juego exquisito con esa mezcla tan extraña de inocencia y salvajismo que describís en mis ojos.
Te beso cada parte de tu cuerpo, como si fuera un camino directo, el camino más placentero que estos labios hayan recorrido. Pero de pronto, cierro los ojos y el pasado me busca envuelto en sombras, aquellas que me alejan de ti, que me olvidan de mí.
Y justo en ese momento, tus manos se adueñan de mi cintura, tu boca oxigena cada poro de mi piel.
-Dos vestidos, dos suéteres, dos jeans y todos tus zapatos. Te espero en quince en el estacionamiento.
Me miras desconcertado, algo de ti espera miles de preguntas, algo de mi no precisa saberlo.
Subimos al auto, me agarras la mano que desde hace algunos meses se transformo de tu propiedad como tantas otras cosas. Enciendo la radio y suena el mismo tema con el que hicimos el amor aquella tarde junto al rió.
-¿No me vas a preguntar nada princesa?- preguntas mientras tu mirada hurga por el espacio entre mis piernas y el vestido.
-No tengo preguntas, porque estoy a tu lado y esa es la única respuesta.

Porque a tu lado todos los fantasmas perdían forma, y solo tu mirada lograba rescatarme.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Morir de amor

La brisa era cálida, suave, como una caricia al alma en plena tempestad. Soledad caminaba descontrolada, sin conexión alguna entre su cuerpo y su alma, lágrimas caían por su rostro nublando la vista, imposibilitando cada uno de sus sentidos. Algo en ella ya no sentía, algo en ella se abandonaba en cada calle, en cada metro que la alejaba de quien había sido su pareja hasta hace apenas segundos. El cielo resplandecía, produciendo una sensación desesperante, porque su cielo no era claro, su cielo era gris, lejano, sin vida.
Miles de personas continuaban sus actividades mientras ella enfurecida con el mundo no podía creer como esto era posible, se sentía inexorablemente desconocida. Hasta ese momento ella conocía a una sola mujer, la misma mujer que era al lado de Gonzalo, la misma mujer que amanecía a su lado.
Su celular sonaba como una alarma tediosa, que buscaba ser atendida. En la pantalla el nombre amor alimento su llanto, sus gritos, su dolor, porque ya no era amor, porque ese nombre ya no era real.
Los recuerdos una y otra vez en su cabeza retumbaban limitando su respiración, comprimiendo su pecho, acortando su alma.
Ahí estaban en sus sabanas, con su ropa, con el su mismo perfume otra mujer, sintiendo lo que ella debía sentir, las mismas caricias, los besos apasionados del mismo hombre que estremecía sus sentidos, el sudor de dos cuerpos frente a sus ojos en su departamento, en la misma cama que fue testigo de jurar amor eterno. Lamento haber llegado de sorpresa de ese viaje, lamento haber vuelto al país, lamento tomar el ascensor, lamento el silencio secreto de la llave abriendo la puerta para que el se alegraba de verla después de un mes separados. Recordó los mensajes, los llamados, los e-mail en donde el le decía cuanto la extrañaba.
Era tarde, y eso era lo que mas dolía. No había un perdón que los llevara a las reconciliaciones salvajes que tenían, no había sonrisas que olvidaran enojos, no había desayunos que entibiaran al corazón.
¿Qué había llevado a Gonzalo a los brazos de otra mujer?
Soledad buscaba razones, motivos que dieran sentido a lo que sus ojos acababan de presenciar, a lo que su alma acababa de sufrir, a lo que su cuerpo acababa de sentir.
Todo era perfecto, tres años de relación, un departamento hermoso, cenas a la luz de las velas, grandes viajes, esplendidas vacaciones, discusiones con grandes reconciliaciones, besos repletos de pasión, sexo exagerado, caprichos complacidos.
No había nada que explicara, que conformara, que justificara esta infidelidad.
Lo amaba con cada célula de su cuerpo, con cada rincón de su alma. No imaginaba su vida sin el, pero tampoco a su lado después de esto. Sencillamente no imaginaba su vida. Corrió mientras temblaba esclava de recuerdos, de frió, de engaño, de soledad. Moría mientras el cielo parecía compadecer su sufrir, y se volvía oscuro, partiéndose en mil pedazos.
Había llegado. Se detuvo, observo su reloj y sonrió frívolamente.
-Dos minutos- susurro, se descalzo, soltó el celular que aprisionaba su mano derecha, limpio su rostro, respiro profundo, y se perdió en el paisaje que la acompañaba.
El mar más pacifico del mundo, fundiéndose con el cielo. Comenzó a caminar, el agua mojaba su cuerpo, pero ella no lo notaba. Contemplo su belleza, su calma, su misterioso y se entrego a el.
El teléfono abandonado en la arena sonó. Gonzalo esperaba que esta vez si atendiera, pero tuvo que conformarse con el contestador automático:

-Perdón Sole, se que todo era perfecto, incluso fue todo lo que yo soñaba, eras la mujer que toda mi vida había esperado, y cada situación, cada momento fue ideal. Pero este mes separados me hizo ver que era ideal, era perfecto, era soñado, pero no era real y yo no era feliz. Quería decírtelo, pero tu llegada me sorprendió. Hablemos. Te amo.

Palabras sueltas, efímeras que se perdieron entre el ruido de la olas golpeando contra las rocas, palabras que no existían, palabras que quizás hubieran tenido destino si Soledad no hubiera partido.

sábado, 16 de agosto de 2008

Vida mía

No puedo negarte que en esta noche fría, mientras los débiles grados de temperatura tiñen a este cielo que cae sobre mi, derrumbándose a pedazos por que tu no estas...
No puedo negarte que mi piel suplica el calor de tu cuerpo, devolviéndome a la vida.
Es tan difícil poder ser clara y condescendiente en mis palabras, ser justa con lo que siento sin olvidar lo que debo. El sabor de comprender que no todo lo que queremos es lo que necesitamos se torna amargo, casi letal.
Mi teléfono, no suena, parece muerto, ya no contesto mensajes y desvió llamadas.
El perfume que me regalaste, aquel que encendía tu sexo con tal solo desnudarlo con los sentidos sigue intacto, como si el también quisiera resguardar, apaciguar en el tiempo su hermosura hasta tu regreso.
Algo de mi, algo de lo que fui me susurra al oído que regresaras, algo de estecielo gris, de estas estrellas deslumbrantes me aseguran una felicidad secreta. Pero la realidad es otra, la realidad es que el café que preparaba para esperarte por las noches esta frió, los cigarrillos que compartíamos mirándonos a los ojos, cuidando nuestras almas sin temores hoy saben amargos, la ropa que olvidaste lleva con ella la presencia de lo pasado, de lo anticuado. Mi pelo se encuentra mucho más largo que la última vez que se entrego a tus brazos, mi cintura podrías tomarla con una sola mano si fuese necesario, y mis ojos ya no se reflejan en los cristales, ellos te buscan por la ciudad sin descanso, ellos se pierden encontrándote, ellos te extrañan maldiciéndote.
La cerradura es la misma, ya veras que algunas cosas no cambiaron. Por eso amor, las mismas paredes que el invierno pinto de lejanas esperan tu fragancia, la suavidad de tus ojos, la locura de tu alma.
Por eso amor, la misma mujer te espera en los sitios donde nos asesinábamos de amor, nos anestesiábamos descansando el dolor que nos comprimía.
Por eso vida mía, aunque sepa que tu corazón continua por inercia, y tu alma te abandono, sigo a tu lado para tomar tu mano, despertar junto a tus labios en un amanecer que nunca nadie, jamás, haya conocido, una amanecer de sol tibio y brisa dulce, aquel amanecer en donde las promesas sean promesas y respiremos sin compromiso, mas que el ser feliz.

martes, 12 de agosto de 2008

Mi cielo...

Hoy mi cielo esta gris, hoy el aire altera, hoy los pasos irritan y el incesante ruido del reloj consumiendo mi vida es mi compañía. Hoy los recuerdos se desprenden de aquellos cuadros estáticos de la mesa de estar, hoy los fantasmas rondan por la casa en silencio, con ese sabor a lo que fue y ya no volverá.
Vienen a mi con esta brisa que eriza mi piel, cierra mis ojos y me traslada a mi niñez, esos años en donde nada parecía lo suficientemente malo como para no sonreír, donde las calorías no latían en mi cerebro como un demonio al oído. Donde mis pies corrían por el césped de la casa de ventanas grandes, de iluminación destellante, de olores cotidianos. Todo es tan lejano, mis pies ya no saben lo que es andar sin tacos, las ventanas se convirtieron en un retaso de vidrio de pocos centímetros, y los olores solo saben a muerte.
Hoy en esta noche, en este cielo, en estas estrellas necesito anestesiar mi alma, mi historia, por días quizás, por meses.
Emprender una vida como la que soñé alguna vez, sin tenerte a mi lado suena lógico pero no tiene magia, despertarme a las mañanas sin tu cuerpo abrazado al mió suena positivo pero falta calor.
Mi mente es lastimada por estacas que se clavan sin piedad, mi corazón parece estar olvidándose de latir, mis pulsaciones se fueron a París.
Siempre creí en la vida, siempre luche a pesar de que nada fuera un paraíso, siempre le ordene a mi cuerpo en un esfuerzo espantoso el no morir en una cama, el volver a creer, el volver a confiar, pero hoy no me encuentro ni a mi misma, hoy el espejo se rompió, y mi boca sangro, hoy mis costillas sintieron el desgarro del pasado sobre mi.
Querer vivir, con esta anorexia que me atrofia el alma, perder el limite, no tenerlo para no importarme si son unos 45 o 35 kilos lo que me muestra la balanza.
No siento dolor porque ya no podría haberlo mas, mis umbrales se superaron ampliamente sin voluntad. No reclamo, no exijo ni estoy molesta con esta vida, pero hoy puedo decir que no quiero vivir.

jueves, 7 de agosto de 2008

...

Presionar la gillette, dibujar el espacio, acortar los segundos, para que pronto la piel se desgarre, se parta, se quiebre y la sangre comience a dar su fruto, uno fruto incierto, desconocido pero con olor a vida.
De pronto el espejo visualiza como nadie, la sangre que sobresale tiñendo mis brazos, ocultando mis ojos, lastimando mi respiración.
Volves a mi mente en palabras rancias, en palabras envueltas en egoísmo, en drogas y alcohol.
Mi mente, mi cuerpo, mi alma sufren esa confrontación espantosa que conocí cuando te vi, cuando me hablaste, cuando me transformaste. Amarte y extrañarte para no tenerte, para no volver a verte nunca más, tomar tu mano, defender tu vida, luchar por tu salud para que puedas ser feliz sin estar a tu lado.
Hoy en esta noche fría, desierta, con una brisa fúnebre que desampara a este cielo que se funde con el oscuro de mi pelo y el destello de mis ojos, te pido que seas feliz, te explico que a pesar de los años, a pesar de que la historia continué te amare de esta forma inexplicable, de esta forma que agota mi cuerpo pero fortalece a este corazón agotado cada ves que te encuentro.
No tenemos futuro, porque asesinamos nuestro pasado e insultamos este presente, tuvimos una luz que se desvaneció en mi vientre, tuvimos promesas, tuvimos mentiras, para no tener nada, porque nunca entendiste que mi amor bastaba, porque nunca entendiste que el amor es algo por lo que se lucha, porque nunca respetaste al tiempo y hoy sos esclavo de el.
Porque hasta que mejores, hasta que tu hijo te pueda ver jugando con el sin una jeringa a tu lado, sin un vaso de alcohol o sin recordar quien sos no voy a dejarte, porque deseo que puedas vivir, que puedas darle a ese bebe hermoso todo aquello que no pudimos darle a nuestro hijo, que hoy nos mira desde el cielo esperando sentirse orgulloso de sus padres.
Te amo con fe, te amo con esperanza, pero sin ilusión de amanecer juntos...

domingo, 3 de agosto de 2008

Nuevamente

Camino bajo un cielo negro que se siente gris, camino por veredas resquebrajadas por esa brisa silenciosa que tiene el viento, cruzo calles eternas, las mismas que son testigos de los miles de accidentes cada día. Acaricio lo poco que dejo este invierno, personas siguen a mi lado con su vida, su ritmo y su rutina.
Podría encender un cigarrillo, pero la incesante lluvia sabe a soledad, esa soledad escalofriante, esa que estaba dormida en mi alma y que hoy mientras las gotas de agua se hacen densas se despierta con más fuerzas para arrasar con mi vida. Los fantasmas que se habían ido por las noches hoy regresan sin invitación, se trepan por mi ventana, invaden mi cuarto, mi vereda, mis lugares, me hablan al odio, me seducen, me toman, me ultrajan para desvanecerse por la mañana cuando el ruido mecánico de un despertador irrumpe mi sueño, mis articulaciones y transforma a mis ojos en marchitos.
¿Cómo puede ser que alguien me hable y no escuche? ¿Cómo puede ser que los abrazos sean ráfagas de viento sobre mi piel? ¿Cómo puede ser que día tras día mi agenda telefónica se llena de números, de conocidos y algunos que podrían serlo y no lo son?
¿Como explico este desgarro que sufre mi alma, este golpe concreto a mi memoria, esta debilitación de mis huesos, el sin sabor del espejo, la lejanía de mi mirada, las palabras que calla mi boca?
El tiempo pasado esta en flor de piel, comprendo que a pesar del paso natural de los meses hay cosas que no se pierden jamás, esas cosas que se transforman, se aletargan, se fortalecen en cada etapa de la vida.
Algo me dice mientras el aroma del café desde la cocina invade mis sentidos dulcemente, mientras de mis ojos caen lágrimas que se ocultan entre maquillaje y esta lluvia sin deseos de parar que la soledad me busca nuevamente, me toca, me acaricia, me deslumbra para luego, una vez mas, sonreír con malicia porque logro su cometido:
Ya no me encuentro.

martes, 29 de julio de 2008

Dejarte ir...

Sin pensarlo en un día de verano, con el sol naciendo sobre el mar, la brisa cálida perfumando el roce de mí pelo nos cruzamos por esas causalidades que tiene nuestro destino.
Tus ojos claros se mezclaron con mis lágrimas negras, me miraste fijamente mientras la marea se hacia dueña de nuestros sueños, esos sueños que los fracasos tiñeron de distantes quitándonos la ilusión.
Curaste mis ojos con el roce de tus labios, tomaste mis manos rescatando la sangre que parecía no querer parar, nutriste mi cuerpo con desayunos cada mañana, engorde seis kilos a tu lado, seis kilos que me llenaron de sonrisas, de miradas cómplices, de entregas infinitas.
Pasábamos tardes caminando por la playa, hablando horas en silencio, celándonos sin razones, queriéndonos sin prejuicios.
Nuestro pasado ya no importaba, al fin y al cabo nuestra historia era lo que hoy nos hacia encontrarnos, reconocernos, sin promesas falsas ni mentiras amargas en los labios.
Un total de quince días en donde mi piel se acostumbro a tu fragancia, donde mi cuerpo parecía revivir, donde mis brazos no eran clavados de la gillette, donde respirar no dolía.
Pero aquel domingo por la noche, con la luna sobre nuestros ojos, la oscuridad no solo se apodero de la ciudad sino de mi alma, los fantasmas regresaban en carne viva, me abrazaban, me hablan al oído, las imagines se proyectaban una y otra ves sobre el mar que se pintaba de un rojo sangre.
De pronto algo se resquebrajo dentro mió, lleve mis manos al corazón y pude sentir como este paraba de latir, como las fibras del amnios se desgarraban brutalmente, golpee mi tórax con violencia intentando abolir al destino. Me miraste con un brillo incierto, repleto de incertidumbre.
Mis piernas temblaban, mi sangre era veneno por las venas, mi cabeza estallaba, me aleje de tu lado mientras mis labios te susurraban esas palabras que dije y no sentí.

-Olvídate de todo, porque para mi nunca exististe-

Camine metros, kilómetros sobre una arena fría, hiriente. Podía sentir tu llamado, podía sentir tu amor en cada célula de mi cuerpo y sin embargo me sentía sin vida.
Y hoy vida mía tengo que decirte que quien te hablo aquel día con aquella mirada cruel, con esa alma helada no era yo sino el dominio que se apoderaba de mí, que una ves mas no me dejo ser feliz.