martes, 29 de julio de 2008

Dejarte ir...

Sin pensarlo en un día de verano, con el sol naciendo sobre el mar, la brisa cálida perfumando el roce de mí pelo nos cruzamos por esas causalidades que tiene nuestro destino.
Tus ojos claros se mezclaron con mis lágrimas negras, me miraste fijamente mientras la marea se hacia dueña de nuestros sueños, esos sueños que los fracasos tiñeron de distantes quitándonos la ilusión.
Curaste mis ojos con el roce de tus labios, tomaste mis manos rescatando la sangre que parecía no querer parar, nutriste mi cuerpo con desayunos cada mañana, engorde seis kilos a tu lado, seis kilos que me llenaron de sonrisas, de miradas cómplices, de entregas infinitas.
Pasábamos tardes caminando por la playa, hablando horas en silencio, celándonos sin razones, queriéndonos sin prejuicios.
Nuestro pasado ya no importaba, al fin y al cabo nuestra historia era lo que hoy nos hacia encontrarnos, reconocernos, sin promesas falsas ni mentiras amargas en los labios.
Un total de quince días en donde mi piel se acostumbro a tu fragancia, donde mi cuerpo parecía revivir, donde mis brazos no eran clavados de la gillette, donde respirar no dolía.
Pero aquel domingo por la noche, con la luna sobre nuestros ojos, la oscuridad no solo se apodero de la ciudad sino de mi alma, los fantasmas regresaban en carne viva, me abrazaban, me hablan al oído, las imagines se proyectaban una y otra ves sobre el mar que se pintaba de un rojo sangre.
De pronto algo se resquebrajo dentro mió, lleve mis manos al corazón y pude sentir como este paraba de latir, como las fibras del amnios se desgarraban brutalmente, golpee mi tórax con violencia intentando abolir al destino. Me miraste con un brillo incierto, repleto de incertidumbre.
Mis piernas temblaban, mi sangre era veneno por las venas, mi cabeza estallaba, me aleje de tu lado mientras mis labios te susurraban esas palabras que dije y no sentí.

-Olvídate de todo, porque para mi nunca exististe-

Camine metros, kilómetros sobre una arena fría, hiriente. Podía sentir tu llamado, podía sentir tu amor en cada célula de mi cuerpo y sin embargo me sentía sin vida.
Y hoy vida mía tengo que decirte que quien te hablo aquel día con aquella mirada cruel, con esa alma helada no era yo sino el dominio que se apoderaba de mí, que una ves mas no me dejo ser feliz.

lunes, 28 de julio de 2008

Incierto


Me levanto temblorosa, observo por la ventana entre abierta, el cielo esta nublado y sin embargo no llueve, el aire se viste de una niebla suave y cálida que adormece los sentidos. Mis ojos están cansados, mis labios lastimados por el ayer, y mi alma en estado critico después de tu noticia.
La ciudad en plena madrugada mientras preparo el desayuno fantasma y mentiroso desde hace más de seis años esta perfumada de una fragancia extraña pero agradable. Pareciera desde esta habitación que el ritmo de los lunes pesa mas de lo que debería, que la ráfaga del fin de semana se esfumo sin que algunos llegaran a sentirla.
Algo de mi suele extrañarte, algo de tu ausencia parece no sentirse.
Me acerco al espejo, mi piel después de mucho tiempo vuelve a ser transparente, ese transparente que lastima, rasga y duele. Mi memoria recuenta, se convierte en conciente en su propia locura, descubro que hace más de nueve días que mi cuerpo no sabe lo que es alimentarse. Pero no reclama, hasta el se acostumbro. La presión parece estar bajo tierra, mis manos esclavas del frió ya no recuerdan lo que era una circulación justa.
Mi sangre se altera, mi estomago grita, mi garganta se desgarra, mi cabeza estalla, mis huesos sobresalen, mi corazón late cada ves con menos fuerzas, con menos ilusiones.
La balanza indica unos cuarenta kilos que visten todas mis soledades rodeada de gente y de nadie. En la radio suena el cantautor que aun hoy se lleva mis suspiros, y mi alma agradece esta caricia.
Una parte de mi huye, camina en un sentido directo, concreto a ese lugar sin fin, a ese lugar en donde el presente se ve lucido, eterno y sincero, pero otra parte, la mas oscura, la mas perturbada retoma el pasado entre las brisas que abrazan a este cuerpo. Una parte aun sigue cavando la tumba que quiere llenar, una parte de mi busca la vida y otra la muerte. El espejo parece estar cansado de mis cambios, de no reconocerse, de perderse tanto en la soledad de no tenerse.
Mis ojos están desesperados por volver a sentir y mi garganta arde entre llamas intensas, esas que no quieren apagarse.
Salgo a la calle, en un esfuerzo brusco de mis vértebras, respiro una y mil veces en un intento vano de resucitar aquello que ya no vive.
Y comprendo que la anorexia no solo consumió mi cuerpo sino mi vida…

sábado, 26 de julio de 2008

Un clavo no saca otro clavo


La noche de sábado despierta a la ciudad, altera los humores y resurgen las sonrisas agotadas por la rutina de la semana. Enciendo un cigarrillo mientras observo mi placar vencido de tanta ropa y sin embargo nada que agrade a mi personaje del día.
Maldigo haber aceptado la propuesta de salir esta noche como las viejas amigas que fuimos alguna vez y hoy se reconocen a pesar de todo.
Pasan las horas, mi mirada persistente en un vestuario todavía indefinido distingue el cambio brusco de temperatura de esta extrañaba ciudad que vacila entre temperaturas cálidas y un témpano de hielo. Aunque quizás solo sea yo, una vez más.
Mi inconformidad opta por un vestido negro y zapatos rojos, mi rostro se enfrenta al espejo, pálido y frió mientras se funde de sombras extrañas que agotan mis pestañas y asfixian mi piel.
Llegan a buscarme, el sonido del timbre retumbando de mi oído altera el autismo de mis días. La fragancia del perfume que me regalaste se adueña de mi cuerpo sin quejas.
El bar esta lleno de gente que saluda, sonreí ante mi presencia como si me conocieran, me zambullo en una vergüenza ajena por las mentiras que se inventan sobre todo aquello que no soy.
El reloj dejo huir tres horas, ciento ochenta minutos entre tragos que no probé y cigarrillos que se desvanecieron en un aire de nadie.
Me alegra haber aceptado, volver a encontrarme con la misma rubia de metro ochenta que celebraba mis locuras y me abrazaba entre lágrimas. Me alegra saber que podemos volver a conocernos después de una vida distanciadas. Reímos sin risas que retuvimos durante el tiempo que no nos vimos.
De pronto la figura conocida pero indistinguible de un hombre cerca mió irrumpe nuestros recuerdos de polleras tableadas. Lo miro a los ojos, lo siento pero no lo descubro. El se acerca, me retiene en su mirada y me dice:
-seguís igual de hermosa como el día en que me dejaste-
Mi respiración se corta en el regreso obsesivo de mi memoria repleta de olvidos necesarios que tuve que fingir para sobrevivir.
Y ahí te encuentro hace dos años atrás, en donde te habías convertido en el clavo que nunca pudo sacar al otro, en donde te convertiste en el chivo espiratorio para olvidar por un segundo al hombre que hoy sigue invadiendo mis noches y ultrajando mi alma.
Tus besos sabían al no poder tener los suyos, tus abrazos eran ofensas a lo que sentía mi alma por eso aquel día hace dos años atrás te deje entre un no te quiero, me equivoque.
Mi mente procesa imágenes, vivencias a una velocidad que incluso te sorprendería. Me paro, sonrió y te abrazo mientras suena el tema de moda que todos bailan.
-¿Qué es de tu vida?-te pregunto mientras la actriz renace de sus cenizas y me presento como la mujer que nunca olvidaste.
-¿Después de vos?-me dices mientras tu mano izquierda indica al mozo tu trago de siempre.
-Después de mí el tiempo siguió y la vida no se detuvo-digo esclavizándote a mi lado con mi mirada.
Charlamos, reímos, me miras, te recuerdo, me lastimas, te desgarro, te acercas a mis labios, te busco, te enloquezco como cuando me conociste y me alejo. La historia no se repite porque esta vez te soy clara mientras vos desnudas tú alma, me prometes que esta vez quizás sea distinto, que me deje querer y así poder amarte.
Te contesto que el amor no es cuestión de tiempo, que el amor no es algo que se pueda crear como quien planta una semilla. Que el amor que no se siente no puede existir.
Me ofreces un futuro, tus ojos verdes me juran protección, me ofreces una casa, una habitación de caricias, me ofreces amarme, y cuidarme, todo aquello que cualquier mujer elegiría menos yo.

Porque no voy a mentirme ni engañarte porque no tengo ganas de fingir orgasmos mientras mi alma extraña a otro, porque aunque ahora no entiendas cuanto te digo en mis ojos negros que no quiero lastimarte con esto que soy en un futuro vas a entender que te salvaste de esta mujer de alma fría, de cuerpo tibio, de labios prometedores y alma asesina.

jueves, 24 de julio de 2008

Sin explicación

El sonido vació del timbre retumbando en mis oídos, indican a mi cuerpo levantarse con esa calma molesta que me caracteriza en plenas horas de la madrugada. Todavía estaba presente el recuerdo placentero del café y cigarrillo en el balcón antes de dormir.
Mi ojos marchitos, mis pestañas eternas logran un cosquilleo en mi piel que siempre logra hacerme sonreír, parece un sueño que a las dos de la madrugada alguien interrumpa mi privacidad, mi mundo secreto y mi alma de nadie.
Ordeno a mis piernas presas del frió de esta estación a extenderse por el piso oscuro de la casa. Mi mano es victima de los cortes que le siguen en el antebrazo, algunos cicatrizados y distantes como el tiempo desprotegido, veloz que nos hace hoy mirarnos al espejo y no encontrar similitud con lo que fuimos años atrás. Otros están en carne viva, puedo visualizar las capas de mi piel, el reproche resignado de la sangre que resurge sin deseos.
Giro la llave, dos vueltas. Las cosas no cambian, eso sigue siendo igual que cuando te dormías en casa abrazándome.
Te veo, te siento frente mió y sin embargo no te reconozco. Tu piel esta dibujada por algunas arrugas que te sientan seductoras, que me hacen no olvidar que mi tiempo también pasó.
Te observo sorprendida, molesta por tu piel cerca mió. Comprendo cuan distintas son las mismas situaciones según los momentos, antes esta visita me hubiera llevado a tus brazos como un cause natural.
-¿No me vas a saludar?-me preguntas con un cigarrillo en la mano.
-¿Te parece que no es suficiente que a las dos de la mañana te atienda y además te escuche? No pidas mas- digo quitándote el cigarrillo, haciéndolo de mi propiedad.
Tomo tu mano, tu rostro se fija en las líneas profundas que la gillette agrega a mis pocos encantos.
Mi adormecido cuerpo parece haber logrado desprenderse de la cama, y comienza a sentir el frió hiriente que invade las paredes.
Camino hasta la cocina sin hablarte. Vos me seguís porque desde hace tiempo que te perdiste sin mi. Me acerco a tu cuello, me alejo de tu corazón, tenes olor a alcohol, tenes olor a costumbre.
Te miro enfadada asumiendo que los viejos tiempos en donde las drogas y las bebidas te llevaban a la locura, conmigo y sin mí no son tan nostálgicos. No te reclamo, esto es lo que sos, todo lo que sos y lo poco que queda de vos.
Sirvo el café, nos sentamos en el sillón que adapta la forma perfecta de nuestros cuerpos.
Te detienes, me observas sin importante que siempre me incomodo que fijaras tu mirada en mi cuerpo. Tu boca me dice temblando:
-¿Nos fugamos a la playa…?-
El reloj marca las 2.25, y ya me olvide de que alguna vez había deseado dormir.
Un bolso, algunos cambios de ropa y esas cosas que llevo por capricho y no por necesidad.
Me acerco a tu boca, mis labios te acarician. Recojo mi pelo, comienzo a bajar la escalera. Estas desconcertado, intentando descifrar quien es la que en tan solo segundos subirá a tu auto y anestesiara su alma.
-¿Me podes explicar que queres hacer?-preguntas.
-Te respondí hace tiempo, pero nunca lo notaste. Te respondo en cada paso. Te respondí al abrirte la puerta y no cerrarte mi presencia en tu cara. No preguntes tanto.
Viajamos cuatro horas, entre mates, cigarrillos y tu música preferida. Recorrimos cuatrocientos kilómetros, veinte besos, risas que se perdieron por las ventanas.
Llegamos a la ciudad que mas sabe de nuestra historia. Me es inevitable no recordar en la piel, en el latido desesperado y el brillo de mis ojos la primera vez que fui mujer a tu lado en la misma arena que ahora pisamos, en el mismo mar que ahora sentimos, con la misma luna y las estrellas a nuestros pies.
Nuestros ojos ciegos caminan las calles de piedra abandonas por el invierno, que resucitan al caer el verano.
El aire tiene la fragancia más esplendida que puede ilusionar mis sentidos.
Parece increíble, que estemos juntos sin estarlo en el lugar donde nos juramos no separarnos jamás, donde entre voz dulce proyectábamos un futuro.
El mar sigue igual de hermoso, yo con varios kilos menos, con varias perdidas en mi bolsillo, vos con la mitad de tus neuronas consumidas y ese misterio sin igual que te caracteriza.
La playa ya no es testigo de promesas falsas, nuestras bocas ya no pronuncian mentiras. Solo queremos disfrutar de estos días, de este paisaje, de noches de pasión y días de caminatas por un suelo suave pero tan firme como lo que nunca vivimos.

miércoles, 23 de julio de 2008

Te amo sin elegirte



El tiempo siempre fue fugitivo, extremista y elocuente con nosotros, con esta formalidad extraña sin contratos que tenemos al mirarnos a los ojos y comprender el alma del otro.
Anoche después de hacer el amor, mientras tus brazos ejercían un control indiscutible sobre mi cintura y mi oscuro cabello se enfrentaba a la claridad de tu pelo recordé quien era antes de conocerte, y quien fui al comenzar a amarte.
Podría enumerarte aquellas pruebas que el destino tenia escritas para nosotros. Podría redactar como una historia precisa, detallista, meticulosa el primer día en donde mi piel se encontró con tu respiración.
Anoche mientras la ventana estaba abierta, y una brisa suave nos envolvía en caricias que perdimos por no saber escucharnos me pregunte porque a pesar de todo seguimos juntos. Porque a pesar de ser distintos, de caminar por calles sin rumbos cercanos nos deseamos y necesitamos igual que hace seis años atrás.
Cuando yo era una nena con aires de mujer latente, cuando tu voz erizaba mi piel y mi inocencia penetraba tu conciencia.
La luna brillaba con esmero, como si estuviera celosa de ser olvidada en cada uno de nuestros encuentros. Las sabanas blancas de siempre se cargaban de melancolía por lo que nunca supimos ser.
Me pregunte si alguna vez serias ese hombre del cual me enamore, me pregunte cuando volvería a ser aquella mujer sonriente, sin la mirada perdida en el amor pasado.
El silencio ocupaba un espacio inmenso, los minutos del reloj parecían espinas sobre mi alma desesperada de tanta locura, de esa conjunción exquisita que tengo al encontrarte.
Me besas con ese gusto a lo que fue y hoy nuestras bocas desconocen.
Una parte de mi te define, te descubre, te mira fijo a los ojos y otra parte se aburre de sentirte, de odiarte y amarte de esa forma incontrolable.
Pero hay algo perfectamente indiscutible, el deseo que se apodera de nuestros cuerpos al rozarse a metros, despiertas mis sentidos adormecidos por el dolor y altero tu calma cotidiana con tus labios en mis piernas.
Ya no somos los mismos, ya no nos reconocemos en el camino. Demasiadas cosas se interpusieron en mi amor, en tu obsesión. Demasiadas cosas nos empaparon de tormentas irremediables. Demasiado sexo, demasiado amor. Demasiadas lágrimas, demasiadas risas.
Todo fue demasiado, todo fue extremo para nosotros.
Nada fue real ni presente. Evocamos el pasado y el futuro. Nos olvidamos que así se nos iba la vida.
Hoy ya es tarde. Te amo sin mirarte, te amo a pesar de la distancia, te amo a pesar de tenerte en mi cama en noches heladas.
Te hablo al oído de ese mundo paralelo, de ese mundo que los dos conocemos y que nunca quisimos afrontar. Quizás no lo entiendas, quizás mi razón no logre ser objetiva por primera ves, pero si algo entendí es que no es necesario saberlo todo, que no es necesario encontrar razones para querer respirar, que no es necesario incluirte en mi futuro si hoy solo quiero detener el reloj por unas horas.
Hoy te puedo decir que te amo y no te elijo.

martes, 22 de julio de 2008

Amar con rutina


Soledad y Martín llevaban ocho años de relación, una relación perfecta, soñada. Se habían conocido por esas casualidades nada casuales del destino, ella salía del colegio al cual había asistido desde pequeña, cursando el último año de la secundaria.

Soledad era sin duda una joven con toda la vida por delante, pero su alma no coincidía con la edad de su cuerpo, algo en ella, secreto, oculto había vivido varias vidas.
Martín, sin embargo cargaba con unos bien llevados 35 años, su esposa había fallecido en un accidente de tráfico y él se había prometido no volver a comprometer su corazón.

Aquel día de julio del 2000, cuando el cielo gris parecía teñir la ciudad con un frió despiadado, Soledad cruzaba la calle con el movimiento inocente del uniforme acuadrille, Martín conducía su auto mientras que su celular comenzó a sonar, desvió la mirada, perdió la concentración con la que solía manejar…

De pronto con unos pocos centímetros de milagro, él había presionado el freno justo en el mismo segundo que ella camina sin mirar, abstraída del mundo, de los compromisos…
Ella lo miro con esa mezcla dudosa de odio y culpa, él descubrió tras la orden decidida de su corazón ante aquella mujer que sus ojos tenían un brillo de vida, un brillo cargado de esperanza, de ilusión la misma que el había perdido y que sin deseos, ni proyectos pensaba volver a conseguir.

Se quedaron en silencio varios segundos que parecieron la detención indiscutible de esa vida automatizada a sus pies, hasta que el ruido desesperado de una bocina los volvió a las realidad: estaban parados en medio de una de las avenidas mas caóticas de su ciudad y sin embargo no importaba lo suficiente como para privarse del sonido suave de los latidos del corazón.

Soledad subió a su auto, mientras él le pedía de mil y una formas disculpas por esa maldita costumbre de atender el celular cuando va manejando, ella le sonreía, mientras dejaba al desnudo sus piernas con aquella pequeña pollera.
Desde ese momento, se dedicaron un café mezclado de risas, sonrisas cómplices y miradas que anticipaban que esta historia tendría mucho más que un encuentro…

Desde aquel momento, ellos no se separan, desde aquel momento el volvió a descubrir el amor, la fuerza del despertar junto a ella dormida a su lado. Ella estudia la carrera que siempre soñó y el tiempo que están juntos es el contrato sin la aprobación de la ley.

Sin embargo, algo se resquebrajo, hace unos meses los invadió la rutina, los horarios opresores, las noches de discusiones, las caricias imaginarias y besos esclavos del trabajo. Se ven pocas horas al día, y gran parte de ellas se tiñen de peleas, de esas palabras que ninguno siente pero que no se cuidan al pronunciar.

Comparten la casa que al comprar hace años atrás, tras la decisión de vivir juntos juraron ser un hogar lleno de hijos y felicidad. Hoy ese lugar, esta sin hijos por la dedicación casi obsesiva de Soledad por su carrera. Martín ya tiene más de cuarenta años, y sus sueños de ser padres se van desvaneciendo en cada discusión.

Ellos se aman, pero por primera ves la diferencia de edad e ideales en esta vida empieza a pesar, la monotonía los acompaña hasta en la cama y todo aquello que se imaginaban se diluye como el viento.

Se miran a los ojos, se desconocen, no comprenden cuando ni porque su relación comenzó a decaer, cuando los besos apasionados se transformaron en reproches injustificados, cuando las palabras dulces al oído se transformaron en gritos sin explicaciones.

¿Cuándo dejamos de soñar juntos?, se preguntaba Soledad.
¿Cuándo dejamos de pensar en el futuro?-lamentaba en silencio Martín.

Ambos sabían que ocurría, ambos sabían que aunque las razones no sean claras sus años de pareja se escapan por las ventanas de la casa. Pero era más fácil mentir y callar…antes que aceptar y afrontar.

Soledad salio en busca de aquello que no tenia desde hacia meses, mientras él se refugiaba plenamente en su trabajo.
Ella jamás había sido una mujer infiel, ni siquiera la idea de otros brazos despertaba sus fantasías, pero estaba harta de respirar rutina, harta de no sentirse deseada, ni amada.
Se encontró con un hombre de su misma edad, en un bar. El tenía en su boca la propuesta tentadora de la vida que ella soñaba y no tenia: atención, comprensión, libertad sobre toda las cosas…ella no buscaba una familia, ella solo quería noches de sexo y amor por las tardes. Este nuevo aire fresco llevaba el nombre Tomas, tan distinto al hombre del cual se había enamorado hace ocho años atrás.

Comenzaron a verse a escondidas, con revolcones fugitivos en hoteles corrientes, ella reía antes sus chistes y dejaba su presente en la mesa de luz antes de desvestirse.

Martín se había perdido, estaba sin rumbo, comenzó a entender que el trabajo no llenaba la vida de un hombre, que su complemento era Soledad, aquella mujer que había descuidado, olvidado pero que sin embargo seguía amando más que nunca.

Una tarde, él llego temprano del trabajo, ella terminaba un trabajo en la computadora.
Traía con el un ramo de jazmines, los mismos que a ella tanto le gustaban.
Soledad vestía una camiseta blanca que enseñaba el paso invisible de los años sobre su cuerpo, como la obra de arte mas hermosa que alguien podría obtener.

Martín se acerco con un beso que envolvía esos aires de recomponer la relación, ella lo alejo educadamente, mientras su rostro se volvía serio, distante, despreocupado y su boca delicada balbució con fracaso…

-Me voy Martín, esta misma noche. Hace meses que siento que no puedo parar la ruptura del amor que algún día sentimos. Yo no puedo hacerte feliz, vos queres hijos y yo todavía no termino mi carrera. Ya no nos entendemos ni por las mañanas ni al caer la noche. Te juro que te ame con locura y luche por esto hasta al final, pero no mas…

-¿Hay alguien mas?-pregunto él mientras las palabras que acaba de escuchar no tenían un aire a sorpresa, era como si fueran presente desde mucho antes…
-Si, pero nuestra relación se acabo mucho antes que yo lo conociera a el. Esta persona que conocí no es la responsable, nosotros no fuimos sinceros e intentamos mentirnos a los ojos con algo que no funcionaba.

Martín respiro con dolor, mientras sentía como su corazón le reprochaba volver a sentir lo que era morir de amor. Soledad se alejo de su presencia en busca de las valijas que en minutos llenarían el departamento de Tomas.

Ella sin duda ya no lo amaba, su amor se había desnutrido por la rutina, por la falta de intereses en común que tenían. Él la amaba, pero amaba a la niña que había conocido hacia ocho años atrás, no a esa mujer desconocida que hoy se perdía tras la puerta de una casa que espero un futuro y vio acabar un presente…

Sin dudas su amor había sido fuerte, había sido real y sincero, pero ambos dejaron de alimentarlo, de llenarlo de sorpresas, de fantasías. Ambos se entregaron a la comodidad de la compañía y no al escuchar los deseos del corazón.

Ella hoy es feliz con Tomas que le ofrece todos los matices en sus ojos.
Él tiene una hermosa mujer que lo espera por las noches, con la cena lista y una vida en su vientre que jura amor eterno.

Mientras sea real...

Mientras el cielo me regala ese paisaje incomparable, aquel donde el crepúsculo neutro invade mi alma, donde el día y la noche se funden siendo uno, perfecto, ideal, soñado…
Giro mi cuerpo en un intento de retener para siempre tu imagen en mi retina, tiene algo de eterno, de sublime esa forma de mirarte, de entregarte mi vida en cada segundo, de ofrecerte todo lo que soy y lo que dejo atrás con este nuevo amor.
Mientras el aire se nutre de tu fragancia exquisita, y tu piel da razón a mi sexo, tomo un sorbo de café y enciendo un cigarrillo delimitando mi presencia con tu sombra que se esfuma en esta habitación. Paredes que fueron testigos del encuentro sin límites entre sabanas de seda y promesas sin urgencias.
Me tomas entre tus brazos, logras detener el tiempo, como si el mundo se detuviera a contemplar este amor indefinido, sin formalidades, solo con ese pensamiento que nos hizo olvidarnos de nuestros fantasmas, ese deseo imperioso de dejarnos llevar por el tiempo.
Besas mi boca recordándome el derecho indiscutible que tienes sobre mí, acaricio tu cuello como quien encuentra el paraíso. Me miras a los ojos anestesiando mi pasado, ese pasado turbio, ese pasado que se acerca con ansias de poder sobre mi presente, pero ya no le temo porque cuando estas a mi lado, cuando tu cuerpo engalana el roce de mi pelo y mi corazón vuelve a latir por inercia ante este porvenir todo ese pasado se debilita, los recuerdos que violaron mi cordura son el aprendizaje que hoy me hace estar a tu lado, cruzar océanos, hablar sin palabras y gritar amor en silencio...
Hasta que esto dure cumpliremos aquella promesa de invierno, entre una lluvia crispada que desnudo nuestros cuerpos, porque mientras esto dure seremos eternos…

lunes, 21 de julio de 2008

Reacciones de una despedida


Muchas veces los rompimientos de noviazgos, revolcones fugitivos o matrimonios suelen ser un tema de dos pero la decisión, aquel motivo, aquellas palabras que determinaran la continuación o el quiebre a lo que fue y ya no será suele ser tomada por una sola persona.
¿Qué sucede cuando la ruptura llega a nuestras vidas en el momento menos pensando? Aquel momento en donde no vemos indicios que nos levanten sospechas, en el cual la calma parece irritante, extremadamente dulce y perfecta. Ese momento en donde creemos que el equilibrio merecido después de tantas vivencias toca nuestra puerta y toma nuestra alma. Justo ahí, el nos mira a los ojos y nos dice que se acaba, un: no te amo más con promesas que jamás serán reales para compensar su conciencia.
Ante esta situación las reacciones son una paleta de colores que lleva el nombre: mujer.

Pero como no somos todas iguales aquí van algunas formas distintas de actuar:

Esta la suicida, aquella que le dice entre llantos y gritos desesperados que su vida depende de el, que sin su amor se acaba su ser, que su cuerpo no podrá ser despertado por ningún otro hombre, que jamás volverá a amar de tal manera, que su corazón dejara de latir sin el olor de su piel. Que sin el ella se muere y presiona un gatillo perfecto para mendigar un amor que ya no existe…

Esta la que lo espera por siempre, esa que entre lágrimas suaves y silenciosas le dedicara mil te amo en un segundo, la misma que al cruzar la puerta que los separo aquel día decidió esperarlo durante toda la vida, porque sabe que el es para ella, que algún día se arrepentirá, subirá por la ventana y le dirá cuanto la ha extrañado, ella sonreirá y se alegrara de su decisión en todos estos años. Claro, siempre y cuando no se le haya ido la vida…

Esta la obsesiva, esa que no puede creer que a ella la estén dejando, la misma que hará miles de intentos para retener al amor, sin comprender que este no se puede forzar ni mendigar. Le dejara un total de quinientos mensajes de voz en dos meses, mil mensajes de textos revolviendo los recuerdos para que no olvide todo aquello que ella podía darle, caminara por las calles que el usa en su rutina diaria con la ilusión de cruzar su mirada, lo perseguirá los sábados por la noche, les preguntara a sus amistades por el. Le prometerá ser a su medida, le da los pinceles perfectos para ser creada a la forma que el prefiera con tal de no perderlo. Pero el descubrirá que lo mismo que ella hace para recuperar su amor fue por lo cual la dejo…

Esta la que vive de recuerdos, la misma que al escuchar sus palabras lo mira llorando desoladamente y le dice que lo comprende aunque su corazón se deshaga en pedazos, aquella que siente como su cuerpo se debilita y su sangre deja de correr naturalmente. Aquella que recoge sus cosas del departamento que era testigo de noches que se esfumaron en un futuro separado. Vuelve a su casa, enciende la radio, la misma en donde suenan los temas mas tristes y que dejan a su corazón en carne viva mientras abre la caja con las fotos que tiene de el, lamenta, ruega, extraña, necesita no perderlo pero tiene la esperanza fugitiva que logra nutrir su alma lo suficiente para no perderla alimentándola de recuerdos. Mira su celular convenciéndose de que la línea anda mal, que el intenta llamarla y la tecnología no esta de su lado seguramente. El no llama en toda la noche, el no llama en toda la semana, el no llamara jamás y ella perderá sus años, derramara mas lágrimas que una lluvia torrencial con canciones de amor y anhelos imaginarios, creados en su mente, en su fantasía que el nunca le prometió…

Esta la orgullosa, la misma que lo mira a los ojos y le dice con despecho entres dientes: tampoco la pasaba tan bien con vos, da media vuelta sin saludar, sale a la calle comienza a llorar liberando su alma, sacándose la careta de intocable que jamás había querido mostrar ante el, su maquillaje se corre por las gotas pesadas, agobiantes que desprenden sus ojos, todo su cuerpo tiembla por haberlo amado durante tanto tiempo y por amarlo ahora en lejanía, sin estar a su lado. Ella mirara el teléfono, revisara su correo ocho veces al día buscando un arrepentimiento que no ocurrirá, pasara por la vereda de su casa, saldrá a los sitios donde lo amo entre luces y cigarrillos. Le bastara verlo de lejos, sentir la brisa de su perfume, el movimiento perfecto de su cuerpo al caminar, pero ella será perfecta, ella es la superada frente a su presencia. Respira profundo, se guarda el dolor, los suplicios, los te extraño pero jamás le pedirá volver por mas que muera sin el…

Esta la actriz majestuosa, aquella que desgarrara su alma al ver sus lágrimas que emanan ese olor a muerte, a abatimiento, le dirá en un tono suave por las pocas fuerzas que tiene su corazón que lo ama con cada célula, que todo lo que paso con el sin duda será lo mejor de su vida, le dirá que lo extrañara, que pensara día y noche en el, mientras hace que le pese la decisión que acaba de tomar, mientras ella fortalece su alma sin culpas y sin equivocaciones en esta relación que se acaba. Se despide de aquel bar con los ojos marchitos y el cuerpo frió, el la mirara alejarse mientras toma un sorbo de café lamentado su decisión. Ella doblara en la esquina, el se perderá en su sombra, los brazos de un hombre la abrazaran devolviéndole el calor que no tenia, le dirá cuanto la ha extrañado y ella reirá mientras le dice: estoy libre mi amor…

Y luego esta la misma que al escuchar sus palabras agradece a la vida con una sonrisa esplendida esta despedida, este alejamiento, la misma que hacia tiempo veía como el amor se esfumaba, la pasión se dormía, y los besos se apagan entre el aire que invadía sus vidas con olor a rutina. Le jurara abrazándolo que su amor fue el mas inmenso de este mundo, y ella sabrá que es cierto pero que se acabo. El sentirá culpa, mientras su conciencia arde por lastimar a esa mujer, ella no le dirá que siente lo mismo, que hacia meses que quería dejarlo, alejarse pero no se animaba.
Le dirá un que seas feliz como la ultima palabra que le dedicara. Subirá a su auto, se miraba al espejo, arreglara su pelo, guardara en un rincón de su corazón la experiencia de ese tiempo justos y se abrirá al disfrute, a las sorpresas, porque ella sabe que será feliz sin el…

domingo, 20 de julio de 2008

Amor que no fue...



Su cuerpo se deslizaba como la brisa suave de un verano, su pelo formaba la conjunción perfecta con su anatomía.
La música habitaba en las paredes del lugar, entre humo y amores fugases.
Ella era conciente de su belleza, de su encanto sin igual, de su mirada intensa. Sabia que podría tener al hombre que deseara sin dificultad y sin embargo esa seguridad que encontraba, ese contrato ideal que le había dado su belleza la alejaba de sus sueños, de ese anhelo fugitivo de procrear, de esos besos olvidados al marido que nunca tendría. Era una descreída en el amor, era el demonio de los hombres que se cruzaban en su vida, ella los enamoraba, tendía sus redes, ofrecía su sexo pero violaba sus almas. En su rostro no solo las luces tenues de un maquillaje marcaban la diferencia sino ese aire agobiante, cargado de placer que entregaba en cada paso.
Su cuerpo parecía estar en transe mientras alrededor unas amistades tomaban algunos tragos. Todos los hombres se volteaban a mirarla, imposible, soñada, inalcanzablemente bella, era la utopía de cualquiera y el deseo prohibido y suicida de todos.
Desplegaba sus encantos con descaro, sus movimientos parecían látigos sobre la piel, y su mirada tenia esa mezcla de tormenta y calma, de esperanza y desilusión.
Su corazón hacia años que no servia, latía por esa costumbre inerte de estar viva, pero ya no sentía, todo era igual, no había colores, no había sorpresas. Un amor lo había ultrajado hasta lo mas profundo, desgarrando el amnis violentamente, acortando la respiración, desplegando lagrimas y suspiros por ese amor que nunca fue, por eso amor que ya no seria…
Una luz destellante ilumino su rostro, convirtiéndola en el ángel mas puro que alguien podría haber visto, sus ojos se abrieron después de estar marchitos durante tanto tiempo…
Su mirada tenia un rumbo por primera ves, se había fijado en aquel sitio, directo a ella, con unos pocos metros de distancia que a pesar del gris del aire y ese olor seco que desprendían estos lugares había logrado estremecer sus sentidos, erizar su piel, excitar su cuerpo y sin comprenderlo, desesperada, exaltada, con ese temor de que solo fuera un sueño se encontró con él.
Ambos se miraron, él cargaba unos jeans sañejos y una camisa blanca, ella un vestido rojo suave de seda con el cabello suelto la definían como un diamante. Su corazón evoco un golpe imperante, como si estuviera vivo, su mirada ya no obedecía a su razón que le decía que olvidara a aquel hombre, que nadie merecía su amor.
Sin embargo, la sangre comenzó a correr por sus venas como un cause natural, todo parecía normal, común, de pronto respirar ya no dolía y podía jurarse que no necesitaba comprender porque deseaba buscar su presencia, tomar su mano y fundirse en su cuerpo.
Alguien le dijo un piropo burdo en el oído, era un hombre insignificante ante su mirada altanera, el explicaba que jamás había visto belleza semejante, aquel hombre que no la conocía que debería temerle le ofrecía un futuro intenso, solidó todo aquello que ella pensaba hasta en sueños con melancolía de algo que jamás seria real. Lo miro molesta, mas molesta que nunca por haberle robado la contemplación de EL que había quedado gravado en su retina, como la radiografía justa por miedo a olvidar.
¿Qué estaba sucediendo? ¿Donde había quedado su promesa entre sangre y lagrimas oscuras de no volver a enamorarse? ¿Como ella, con su encanto podría estar entregándole todo lo que era, lo poco que quedaba en su ser a un extraño? ¿Su orgullo, su pasado, sus conquistas victoriosas se desvanecían por un hombre?
El tenia en el iris el brillo que lograba desnudar su alma, dejándola desprotegida, recorría su cuerpo suavemente con la mente dándole el placer mas inmenso que noches de sexo desenfrenado no habían logrado.
Era el amor que acariciaba como el mar la arena de su piel, cada célula, cada partícula, era el amor el que la respetaba siendo indecente, era el amor el que la enojaba ante su razón pero que no se alejaba.
El comenzó a caminar, convirtiendo a los metros que los distanciaban en sus bocas frente a frente, las dos deseosas, urgentes pedían a gritos su encuentro, algo les decía que a pesar de haber compartido su cuerpo con otras parejas eran inexpertos en este nuevo juego, en este nuevo presente. Ella era tan segura, sin limites, con una experiencia que no coincidía con sus pequeños años, el cargaba unas líneas en su cara que delataban su edad
Tomaron sus manos, leyendo el deseo de su alma, se abrazaron sin palabras, convirtiendo al cuerpo en la lengua universal que no necesitaba dialectos.
Se miraron a los ojos, formando un solo sentimiento…los labios de aquella mujer pintaban un rojo intenso que se deslizaba calidamente por su cuello con besos suaves, delicados, con pasión temerosa e irresistible, él se convirtió en el envidiado de todos los hombres que rodeaban el espacio. Nadie comprendía como una persona común, sin encantos visibles hubiera conquistado aquella mujer irresponsablemente bella.
Necesitaban hablar, escuchar sus voces, sentir que eran como las habían imaginado, el destino los había creado para elegirse sin preguntas, sin horarios, sin urgencia, para todo la vida…
Él susurro a su oído sin poder creer que la estremecía entre sus brazos:
-Veo en tus ojos cuanto has sufrido, veo en tus ojos esa niña oculta que nadie descubre, veo en tu cuerpo esa mujer irresistible, veo en cada parte de ti ese miedo a escuchar tu corazón y dejarte llevar…-
Una lagrima se deslizo por su rostro, corriendo su maquillaje, en otras ocasiones esto hubiera generado el peor de sus humores pero incluso lo detestable era agradable a su lado.
Beso su boca mientras él comprobaba que sus labios tenían un gusto dulce, el mas dulce de todos, que su piel era carmesí sobre un rió intenso, que esa mujer era furia en la intimidad y compañera ideal en cada día.
Ella se alejo, dejándolo deseoso de sus caricias, de ese olor a fragancias únicas que tenia su piel, al roce de su largo cabello con sus hombros. Tomo su mano que era el doble de la suya, lo miro a los ojos como jamás lo había hecho. Se estaba desnudando entera para él y le dijo:
-Te elegí desde el primer momento, pero no puedo borrar mi pasado, ni pedirle a mi memoria que anestesie los recuerdos. No soy mujer de nadie, soy mujer del tiempo de cada estación, soy mujer de la naturaleza no de los humanos, no te puedo ofrecer más que mi amor inseguro e hiriente. Si alguna ves me extrañas por la noche y tu mente evoca mi presencia ahí estaré junto a ti, mientras tanto le pediere al cielo que seas feliz.

Y se perdió entre las sombras, en la huida mas dolorosa de su historia, el la siguió con cada parte de su ser, como quien observa una obra de arte que a pesar de admirarla jamás podrás tener porque su precio es inaccesible.
Y ese fue su primer y ultimo encuentro, la última vez donde sus pieles fueron testigos de aquello que callaron.
Él se caso con una mujer común que nadie voltearia a mirar pero que le da la seguridad para no perderla, para que no jueguen con su corazón. Ella, sin embargo esperaba al salir de ese sitio que él fuera distinto a los demás, lamento que no hubiera podido entender que sus palabras eran la mentira del demonio que habían creado los fantasmas en ella. Esas palabras que retumbaban en su mente…tan solo un: no te vayas. Hubiese bastado.
A pesar de los años sus almas se extrañan, se buscan y se encuentran por las noches en habitación abandonadas e imaginarias sin promesas vanas ni te amos incumplidos.


Ella asesino su presente por un pasado que dirigía su vida y él dio por premeditado que una mujer así jamás podría amarlo.