sábado, 26 de julio de 2008

Un clavo no saca otro clavo


La noche de sábado despierta a la ciudad, altera los humores y resurgen las sonrisas agotadas por la rutina de la semana. Enciendo un cigarrillo mientras observo mi placar vencido de tanta ropa y sin embargo nada que agrade a mi personaje del día.
Maldigo haber aceptado la propuesta de salir esta noche como las viejas amigas que fuimos alguna vez y hoy se reconocen a pesar de todo.
Pasan las horas, mi mirada persistente en un vestuario todavía indefinido distingue el cambio brusco de temperatura de esta extrañaba ciudad que vacila entre temperaturas cálidas y un témpano de hielo. Aunque quizás solo sea yo, una vez más.
Mi inconformidad opta por un vestido negro y zapatos rojos, mi rostro se enfrenta al espejo, pálido y frió mientras se funde de sombras extrañas que agotan mis pestañas y asfixian mi piel.
Llegan a buscarme, el sonido del timbre retumbando de mi oído altera el autismo de mis días. La fragancia del perfume que me regalaste se adueña de mi cuerpo sin quejas.
El bar esta lleno de gente que saluda, sonreí ante mi presencia como si me conocieran, me zambullo en una vergüenza ajena por las mentiras que se inventan sobre todo aquello que no soy.
El reloj dejo huir tres horas, ciento ochenta minutos entre tragos que no probé y cigarrillos que se desvanecieron en un aire de nadie.
Me alegra haber aceptado, volver a encontrarme con la misma rubia de metro ochenta que celebraba mis locuras y me abrazaba entre lágrimas. Me alegra saber que podemos volver a conocernos después de una vida distanciadas. Reímos sin risas que retuvimos durante el tiempo que no nos vimos.
De pronto la figura conocida pero indistinguible de un hombre cerca mió irrumpe nuestros recuerdos de polleras tableadas. Lo miro a los ojos, lo siento pero no lo descubro. El se acerca, me retiene en su mirada y me dice:
-seguís igual de hermosa como el día en que me dejaste-
Mi respiración se corta en el regreso obsesivo de mi memoria repleta de olvidos necesarios que tuve que fingir para sobrevivir.
Y ahí te encuentro hace dos años atrás, en donde te habías convertido en el clavo que nunca pudo sacar al otro, en donde te convertiste en el chivo espiratorio para olvidar por un segundo al hombre que hoy sigue invadiendo mis noches y ultrajando mi alma.
Tus besos sabían al no poder tener los suyos, tus abrazos eran ofensas a lo que sentía mi alma por eso aquel día hace dos años atrás te deje entre un no te quiero, me equivoque.
Mi mente procesa imágenes, vivencias a una velocidad que incluso te sorprendería. Me paro, sonrió y te abrazo mientras suena el tema de moda que todos bailan.
-¿Qué es de tu vida?-te pregunto mientras la actriz renace de sus cenizas y me presento como la mujer que nunca olvidaste.
-¿Después de vos?-me dices mientras tu mano izquierda indica al mozo tu trago de siempre.
-Después de mí el tiempo siguió y la vida no se detuvo-digo esclavizándote a mi lado con mi mirada.
Charlamos, reímos, me miras, te recuerdo, me lastimas, te desgarro, te acercas a mis labios, te busco, te enloquezco como cuando me conociste y me alejo. La historia no se repite porque esta vez te soy clara mientras vos desnudas tú alma, me prometes que esta vez quizás sea distinto, que me deje querer y así poder amarte.
Te contesto que el amor no es cuestión de tiempo, que el amor no es algo que se pueda crear como quien planta una semilla. Que el amor que no se siente no puede existir.
Me ofreces un futuro, tus ojos verdes me juran protección, me ofreces una casa, una habitación de caricias, me ofreces amarme, y cuidarme, todo aquello que cualquier mujer elegiría menos yo.

Porque no voy a mentirme ni engañarte porque no tengo ganas de fingir orgasmos mientras mi alma extraña a otro, porque aunque ahora no entiendas cuanto te digo en mis ojos negros que no quiero lastimarte con esto que soy en un futuro vas a entender que te salvaste de esta mujer de alma fría, de cuerpo tibio, de labios prometedores y alma asesina.

No hay comentarios: